¿Qué pasaría si te quitas los lentes azules?
La vida no es fácil, sobre todo por la gran cantidad de obstáculos que le ponemos, estos son generados por la forma como percibimos nuestra realidad, como la filtramos y que hacemos con la información que obtenemos.
Imagínate que desde que naciste tus padres te colocaron unos lentes azules, y toda tu vida percibiste todo coloreado de azul, te acostumbraste tanto a ver las cosas así, que es normal que dentro de tu idea de lo que es la realidad, para ti todo sea azuloso, y si alguien viene con lentes verdes a decirte que todo es verdoso, la primera reacción es decirle “Estas equivocado, todo es azuloso” y si tu interlocutor reacciona de la misma forma aferrándose a su verdad lo más probable es que se genere un conflicto, cuyas consecuencias son fácilmente predecibles.
Tal vez el defender nuestra verdad sea una de las empresas más frustrantes que podamos seguir en nuestro camino, esto equivale a forzar la experiencia externa para que se adapte al color azul de nuestros lentes, leemos libros escritos por gente que también tiene lentes azules, y solo nos cae bien aquellos que al igual que nosotros también tienen lentes azules; tenemos la ilusión de que quienes nos rodean, aunque tengan lentes de otros colores, deben percibirlo todo azul; y así vamos por la vida, deteriorando nuestras relaciones laborales, personales, y sociales, y en la mayoría de los casos nos enemistamos con quienes tienen la osadía de decirnos que las cosas no son azules. De esas diferencias surgen los conflictos.
El último en darse cuenta del agua en la que esta nadando es el Pez, ocurre que conductas cotidianas que están enmarcadas dentro de ese espectro azuloso las vemos como normales: formas de hablar, opiniones que le expresamos a nuestros cercanos, generan en ellos reacciones que en la mayoría de los casos desconocemos; un caso común es el de un padre que como habito conversacional descalifica o aconseja (para mi es lo mismo) continuamente a su hijo, pensando que de esta forma le está apoyando a ser mejor, cuando en realidad produce el efecto contrario; el hijo con el paso del tiempo, terminará asumiendo que las palabras que le dijo el padre o la madre son ciertas, presentando baja autoestima y continuo auto saboteo en todas las áreas de su vida. La influencia que nuestro monologo diario tiene en los demás es enorme, y es curioso que en la mayoría de los casos entre más seguros estamos de algo, mas equivocados vivimos. Soltar la razón… oh sí, he ahí la liberación de nuestra cárcel.
Al ego no le gusta escuchar, el solo está esperando a que el otro se calle para imponer sus criterios, y ganar así la competencia en la que cree que está viviendo.
Existe una fuerza que sostiene, crea y mantiene en equilibrio todo lo que existe, el origen del sufrimiento humano está ligado al haberle dado la espalda a esa fuerza, y vivir en contravía de su fluir. Descendemos de esa fuerza y nos embarcamos en un fantástico viaje, un viaje en el que hemos recorrido cientos de vidas, viviendo millones de experiencias, cada una de ellas es el moldeador del Ser que estamos destinados a ser. Cada una de estas experiencias y la interpretación que hagamos de ellas, le dan sentido a este recorrido,
Otro nombre que le podemos dar a esos lentes azules es el ego, y es precisamente nuestra identificación con ese ego lo que nos hace darle la espalda a esa fuerza creadora, toda la energía que empleamos en tener la razón y en defender nuestro punto de vista, es la misma energía que empleamos en alejarnos de la fuente.
El descubrir y aquietar nuestro ego es una de las labores más liberadoras para nuestra alma. Primero debemos darnos cuenta que no somos nuestra mente, ella es un vehículo a través del cual nos expresamos, así como tampoco somos nuestras emociones ni nuestro cuerpo, ellos nos sirven como vehículo para expresar nuestra vida en la tierra. El alimento del ego es pensar que estamos limitados por el cuerpo mente y emoción, en realidad, cuando tenemos un equilibrio entre los tres, nos conectamos al flujo de esa fuerza y activamos la magia en nuestra vida.
Según Maslow una de las necesidades básicas de los humanos es la de sentirnos importantes, detrás de todo lo que hacemos está la esperanza de recibir reconocimiento, cada vez que le preguntamos a alguien: que tal te pareció lo que hice… lo que queremos decir en realidad es: quiero que reconozcas que soy valioso, quiero dejar de ser invisible para ti, aun si no preguntamos nada, cada acto que ejecutamos tiene como finalidad el que alguien lo vea y nos diga lo maravilloso que es, esta es la principal fuente de la que nos alimentamos a nivel emocional, y también el principal alimento del ego, ya sea porque efectivamente recibimos la validación de nuestros actos, o en caso contrario, porque creemos que nadie lo nota, de lo cual se desprende una actitud de agresividad, o predisposición negativa hacia los demás o las circunstancias que nos rodean.
Es posible que estés cuestionando lo que escribo con múltiples argumentos, la verdad, es inútil debatir con el ego alguien. Sí, como te acabas de dar cuenta, el que cuestiona, ese, ese es tu ego, el que se resiste a dejarse caer, el que no quiere soltar el control, el que cree tener siempre la razón.
Los juicios que hacemos de la realidad que observamos son el vehículo a través del cual se expresa ese ego, generalmente cada juicio que lanzamos tiene como intención el ponerse por encima de aquello que es enjuiciado, para opacarlo y engrandecerse a través de esa opinión, pisoteando e invalidando el objeto del juicio. Si bien el generar juicios le da sentido a nuestra realidad, el que toma la iniciativa de darle sentido a esa realidad es nuestro ego.
Cuando leemos este tipo de información, surge en nosotros una reacción automática: pensamos en la persona más cercana que tiene alborotado el ego, puede ser un miembro de nuestra familia, o alguien que tiene la particular habilidad de sacarnos “la piedra” esta forma automática de pensar es una reacción de nuestro ego para evitar confrontarse consigo mismo, perpetuando así el habito de buscar afuera la respuesta que está adentro.
Mas que dominar el ego, mi propuesta primero es aprender a conocerlo, negociar con él, y permitir crear espacios dentro de nosotros donde se le dé el reconocimiento al que tanto es adicto. Creo que como parte fundamental de la estructura de nuestra personalidad, es contraproducente luchar contra él, de este tipo de confrontación solo queda agotamiento y separación, el aceptar nuestra incompletud, hace parte del maravilloso proceso de conocernos y reconciliarnos con el ser que somos.
¿Y qué pasaría si te quitas los lentes azules y comienzas a ver con tus propios ojos?
Hay una frase que dice: no te mueras con tu música adentro, mi invitación es a descubrir a través de esa reconciliación interna, cuál es nuestra música, y por supuesto, ponerle volumen para maravillar y bendecir a través de ella a quienes deseen escucharla.
Por favor hazme saber qué tal te pareció el artículo, mi ego estaría encantado, o tal vez no.
Me dicen que estoy loco porque he perdido la razón,
Perder la razón es el camino para llegar al corazón. Pando
Humberto Montes
Coach, Master PNL, Consultor, Terapeuta
Facilitador y conferencista internacional.
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